A la espera de que comenzara el único programa de televisión que vemos, Saber y ganar, apareció el anuncio de esta película para el lunes por la noche así que, cuando nos pusimos a cenar, media hora después de que hubiera comenzado, la empezamos a ver desde el principio (solo faltaría) y ya no pudimos despegar la mirada del televisor, pues donde no hay una caída de ojos de Davis, hay un gesto irónico de Ritter. Al margen de las catorce nominaciones a los Oscar y los seis que ganó está el hecho de que es la única película en la que las cuatro actrices estaban nominadas a tales premios.
Bette Davis hace de ella misma, una gran actriz de teatro
que sigue haciendo papeles de personaje más jóvenes que ella, y en su camino se
encuentra con una joven para la que lo único que cuenta en su vida es estar
junto a Davis, siendo contratada como ayudante. Poco a poco se va viendo que no
era lo único que le importaba al personaje de Anne Baxter (estupenda) y esto
creará tensiones dentro del reducido grupo de Davis. Una de las primeras
apariciones de Marilyn Monroe en la pantalla: muy preocupada por cómo conseguir
una copa. Una película inmensa que habla del teatro como profesión y del teatro
que más de uno hace en su día a día para sobrevivir. No basta con verla una
sola vez.
Dirección: Joseph L. Mankiewicz
Fotografía:
Milton R. Krasner
Guion: Joseph L. Mankiewicz
Montaje: Barbara McLean
Música:
Alfred Newman
Actores: Bette Davis, Anne Baxter, George Sanders,
Celeste Holm, Gary Merrill, Hugh Marlowe
Plataforma: La 2
(1950; 138’; ***; 28)

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