Elijo ver esta película porque la actriz es la de Borgen, que me gusta por su abierta
sonrisa, y la breve reseña no dice nada, pero tampoco echa de espaldas.
Así que nos vamos a ver este juez, perdón presidente del
tribunal como él se encarga de repetirlo hasta la saciedad, que es un hombre
sobre el que se han abatido todas las plagas de Egipto a la vez: su mujer se
quiere separar, él vive en un hotel, acaba de coger la gripe, los otros jueces
del tribunal se ríen de él a sus espaldas, tiene por delante un juicio difícil
y, lo único que le anima algo, es reconocer a una persona del jurado que
justamente es la actriz de abierta sonrisa.
Este
presidente misántropo está en todas las escenas y es un hombre un poco más allá
de pasada la mediana edad, con una barba de dos o tres días, que no ayuda a que
su cara sea más simpática, pero, y atención al dato, la media docena de veces
que sonríe aún es peor, porque muestra una recia dentadura blanca que puede
llegar a asustar. El actor está estupendo en su contención y en la naturalidad
con la que asume las manías de su personaje. Estupenda película.
Dirección: Christian Vincent Fotografía:
Laurent Dailland
Guión: Christian Vincent Montaje: Yves Deschamps
Música: Claire Denamur
Actores: Fabrice Luchini, Sidse B. Knudsen, Corinne Masiero,
Sophie-Marie Larrouy
(2016; 98’; ***;18)

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