Otra vez El País
me invita al preestreno de una película, pero esta vez “Otra vez” quiere decir
que vuelvo a ver una película sobre Winston Churchill y, si contamos Dunkerke, me parece a mí que hay algún
interés (que no concibo por ignorancia) en que tengamos presente a Churchill y
que no olvidemos la Segunda Guerra Mundial. Gracias a mi mala memoria estoy
vacunado contra los mensajes subliminares, pero tengo malos pensamientos y esos
me dicen que hay algo detrás.
Después de esa digresión voy a lo visualmente importante:
la película, la actuación, el tono y los entresijos del poder. Esto último
siempre me gusta, pues verdadero o falso, demuestra que nada es fácil y que
nadie es poderoso por sí mismo, sino que siempre necesitas apoyos y siempre hay
alguien que no quiere que estés ahí o, peor todavía, quiere estar él en tu
lugar.
Al contrario
que en la anterior de Churchill, en esta el gritón de él se muestra al
principio y luego sólo está el enfurruñado, pero porque tiene clara su posición
y no le es fácil conseguirla, es decir, el tono es otro; la película, filmada
con una iluminación que provoca, mayoritariamente, claroscuros ofrece tensión y
la puesta en escena es muy buena; y la guinda: la actuación de Gary Oldman es
de arrasar con todos los premios que se pongan a su alcance dada la imagen tan
convincente que ofrece de Churchill, pero sobre todo de la cara, pues los
planos son cortos o medios cuando habla. Obviamente, de visión imprescindible.
Dirección: Joe Wright Fotografía:
Bruno Delbonnel
Guion: Anthony McCarten Montaje: Valerio Bonelli
Música: Dario Marianelli
Actores: Gary Oldman, Kristin Scott Thomas, Ben Mendelsohn, Lily
James, Ronald Pickup
(2017; 126’; ***; 2)

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