Habitualmente después de los premios Oscar dejamos de ir
al cine, quizá porque no haya estrenos interesantes o porque no nos enteramos
(salvo las entradas regaladas por El País),
así que aprovechamos este reestreno con cinta nueva para ir juntos a verla.
Esta película es una de las que más veces he visto y la que más hemos visto juntos
Marisol y yo, además de las otras dos de la trilogía. También he leído la
novela más de dos veces (otra la empecé a mediodía y, sin comer, me fui al cine
a las siete a ver la película). Creo que no hay duda de que es una historia que
me subyuga y considero que la película tiene un montaje que hace que el
espectador no pueda apartar la mirada de la pantalla durante las tres horas que
dura la película (quizá se parpadee un poco en las escenas italianas, pero también
hay que relajar la tensión vivida hasta ese momento). La cinta con la imagen
restaurada me parece más oscura de lo que
yo la recordaba, por lo que no tiene valor añadido, salvo el de volver a verla
en pantalla grande y, no hay que dejar de mencionarlo, volver a oírla: ¡qué
bueno era Rota! No hablo de las brillantes actuaciones: falta sitio.
Mario Puzo, autor de la novela, se basó en las
declaraciones de un mafioso arrepentido para recrear lo que era una familia
siciliana de los bajos fondos y creó la familia Corleone: matrimonio de edad
avanzada, una hija y tres hijos más otro adoptado, todos trabajando en y para
la familia, salvo el menor que quiere desligarse de esa vida y para el que el
padre tiene reservado un futuro político. Decenas de personajes secundarios enriquecen
la historia creando un friso que cubre todos los escalafones, desde el más
poderoso hasta el de más baja categoría. Inexcusable no volver a verla.
Dirección: Francis F. Coppola Fotografía:
Gordon Willis
Guion: Mario Puzo, Francis F. Coppola
Montaje: William Reynolds,
Peter Zinner Música:
Nino Rota
Actores: Marlon Brando, Al
Pacino, James Caan, Richard S. Castellano, Robert Duvall
(1972; 175’; ***; 19)

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