Tercera película vista por parejas antes de la cena
retransmitida. Joel eligió esta película y fue un acierto pues, a pesar de que
la había visto algunas veces, hacía tantísimos años de ello que ya no la hubiera
vuelto a ver por haberme olvidado de su existencia. No obstante, sí que tenía
presente muchas de las situaciones cómicas que aparecen en ella, pero, en
cambio, no relacionaba la actuación de Peter Sellers, extraordinaria, con el
personaje de Jacques Tati, del cual es deudor.
Deudas aparte, su actuación es sensacional, al igual que
el guion y la dirección, pues de otra forma la película se haría tediosa e
insoportable debido al laconismo en los diálogos ya que, mayoritariamente, son
la gestualidad y mímica de Sellers, que no abandona la pantalla en ningún
momento, el hilo conductor de la historia y la que lleva de un gag a otro sin
solución de continuidad; en resumen, toda una lección de cómo aguantar escena
tras escena, sin que decaiga en ningún momento, y sin necesidad de utilizar la
palabra.
El personaje representado por Sellers es un actor indio
que ha sido contratado en Hollywood para hacer una película. El pobre diablo se
encuentra fuera de contexto, desplazado a pesar de que no es el idioma el
problema, sino su introspección y las ganas que tiene de caer bien a cualquier
coste, lo que le lleva a caer en el ridículo y crear situaciones más ridículas
todavía. La mala suerte se alía con su mala pata y todos los que se encuentran
alrededor sufren las consecuencias y él, a pesar de ser consciente de sus
desaguisados, emerge de ellos impoluto. De visión imprescindible.
Dirección: Blake Edwards
Fotografía:
Lucien Ballard
Guion: Blake
Edwards, Tom Waldman, Frank Waldman
Montaje: Ralph E. Winters
Música:
Henry Mancini
Actores: Peter Sellers, Claudine Longet, Natalia Borisova, Jean Carson, Marge Champion
(1968; 99’; ***; 20)

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