Al hilo de la crónica anterior quiero hablar de estas dos
series, que he visto muchas veces, incluso en este aciago año. La primera la vi
hace cuarenta años en TV3, de ahí que haya puesto el título en catalán, porque
a pesar de que luego se ha doblado también al castellano, a mi entender y sin
quitar méritos a nadie, la entonación catalana es mucho más divertida. A lo
largo de todo este tiempo y, como tengo los DVD la hemos ido viendo, pues es toda
una escuela de lo que puede llegar a ser la política y los funcionarios a ella
adscritos. Si la anterior es una visión dura y descarnada de esa ocupación estas
son deslumbrantemente divertidas.
En ambas series hay tres protagonistas: un oscuro diputado
que llega a ministro, su secretario permanente y su secretario. El ministro
llega al ministerio con ganas de cambiar la política, las maneras de hacer de
los funcionarios y cuenta con que, debido a ello, vuelva a salir elegido. El
secretario permanente está allí para impedir que su ministro pueda deshacer lo
que tanto les ha costado a los que son inmutables, es decir, los funcionarios
y, entre ellos, los secretarios permanentes. Y el secretario del ministro
navega entre lo que su jefe principal, el ministro, quiere y lo que su jefe en
el escalafón desea.
Para rematar la primera serie, gracias a no estropear
nada, pero tampoco hacer mucho, el ministro consigue llegar a ser primer
ministro y sus secretarios pasan a ser los principales en sus rangos. ¡Ahora sí
que se podrá cambiar el mundo desde esta posición! ¿O no? Hay que verlas y
reírse con ellas para saber si el mundo es moldeable o se creó así de inmutable.
Dirección: Peter Whitmore, Sydney Lotterby
Fotografía: Chris Seager
Guion: Antony Jay, Jonathan Lynn
Montaje: Alistair McKay, John Dunstan, Denis Hayes
Música: Ronnie Hazlehurst
Actores: Paul Eddington, Nigel Hawthorne, Derek
Fowlds, Diana Hoddinott, John Nettleton


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