Después de la gala de los Goya, en la que la última de Almodóvar no se llevó nada, emiten esta película que no permite separar los ojos de la pantalla de principio a fin. Quizá esta sea la última gran película de él pues, aunque después he visto cinco, ninguna me ha parecido que sea la del Almodóvar que contaba historias que trascendían más allá del lugar en el que ocurría la acción.
Para comenzar están los ojos, enormes y negros, de
Penélope: ocupan toda la pantalla y no puedes dejar de seguirlos. Si lo
consigues, está toda ella haciendo que no dejes de mirar cualquier pequeño
gesto que acompaña lo que está diciendo. En las pocas escenas que no está ella,
aparece Maura, desaliñada, vieja, con una bata de abuela y, como apenas habla,
nos lo dice todo con la mirada, otro par de ojos que nos encandilan.
Si las actuaciones son buenas, no desmejora ni la música
(no quiero olvidarme de mencionarlo, pues me parece que te susurra lo que
acontece) ni, sobre todo, el guion. Es de cuando Almodóvar se sacada de la chistera
personajes y situaciones inverosímiles y que, creyéndolas, disfrutabas viendo a
unas actrices representarlas. Imprescindible.
Dirección: Pedro Almodóvar
Fotografía:
José L. Alcaine
Guion: Pedro Almodóvar
Montaje: José Salcedo
Música:
Alberto Iglesias
Actores: Penélope Cruz, Carmen
Maura, Lola Dueñas, Blanca Portillo, Yohana Cobo, Chus Lampreave
Plataforma: TVE 1
(2006; 121’; ***; 7)
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