Ya no recuerdo cuándo fue la segunda y última vez que vi esta película, pero debía ser muy joven todavía y debí verla en la Filmoteca. Ahora con Marisol, que no la había visto, la he vuelto a ver y a disfrutarla, a pesar de ser de Bergman, y a pesar de que el tema tiene muy poco de comedia.
El señor de negro de arriba o a la izquierda de la foto
de abajo es la muerte, por si no queda claro. El de la derecha, un jovencísimo
von Sydow de veintiocho años, acaba de volver de una cruzada acompañado por su escudero
(a lo mejor, un día, escribo una tesis sobre las parejas en el arte). La muerte
viene a por él y ya no desvelo nada si digo que el caballero le ofrece jugar
una partida de ajedrez para que le deje seguir viviendo.
El caballero es serio y siempre está pensativo, en
cambio, su escudero es un parlanchín, atrevido, pero con ingenio e
inteligencia, crítico. Sus comentarios me hicieron pensar en respuestas de
pícaros de obras del siglo de oro español. El caballero y el escudero se
encuentran con una pequeña troupe de artistas que van de pueblo en pueblo
sin mucha suerte y siguen juntos, con la muerte tras ellos. La película es muy
interesante desde muchos puntos de vista, pero puedo aceptar que no es para
todos los gustos.
Dirección: Ingmar Bergman
Fotografía:
Gunnar Fischer
Guion: Ingmar Bergman
Montaje: Lennart Wallén
Música:
Erik Nordgren
Actores: Gunnar Björnstrand,
Max von Sydow, Bengt Ekerot, Nils Poppe, Bibi Andersson, Inga Gill
Plataforma: Filmin
(1957; 96’; ***; 21)
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