sábado, 25 de marzo de 2017

YO NO SOY MADAME BOVARY

            En un sorteo de El País obtengo dos entradas para el preestreno de esta película china y Marisol me acompaña. La película y la actriz han ganado el festival de San Sebastián y, puestos a elegir cuál de los dos premios me sorprende más, me quedo con el de la actriz, pues me parece que tiene la misma cara durante toda la película. Innovador, y un poco molesto, es el formato de la proyección: un círculo, que se amplía a un rectángulo que no ocupa toda la pantalla (cuando se va a Pekín la protagonista) y, al final en tiempo presente, se amplía al máximo. El círculo no permite ver qué hay alrededor y la cámara se ha de estar moviendo de derecha a izquierda, o viceversa, constantemente.
           La protagonista de la película pide ayuda a un lejanísimo familiar suyo que es juez para que declare nulo su divorcio, pues el matrimonio decidió separarse para obtener un beneficio, y cuando esté casada de nuevo con su ex marido, pedirá el divorcio porque ahora ella sí lo quiere.
           La historia se hace anodina y está lejos de los parámetros occidentales, aunque nos muestra una China en la que los subalternos aún se muestran obsequiosos con sus superiores y son capaces de aceptar culpas que no son realmente suyas… aunque solo por esto no vale la pena ir a verla.




Dirección: Feng Xiaogang                                                     Fotografía: Pan Luo
Guion: Zhenyun Liu                                                              Montaje: William C. Suk Ping
Música: Wei Du
Actores: Bingbing Fan, Gua Tao, Jiayi Zhang, Yi Zhang, Chengpeng Dong, Zonghan Li
(2017; 128’; *; 16)


No hay comentarios:

Publicar un comentario