Los que me invitan a ir a preestrenos, entre ellos El País, se han empeñado en que me acaben gustando las películas basadas en hechos reales y que sean, sobre todo, de sufrimiento humano. En esta, en concreto, Naomi Watts vuelve a Asia y, al igual que en la película que le dio la nominación a los Oscar, vuelve a sufrir una desgracia (yo creo que no debería abandonar América).
Esta familia, estando de vacaciones no me acuerdo dónde,
ve cómo su madre cae al ceder una baranda del hotel y se queda inválida. Nada
le hace desear seguir viviendo, ni siquiera la urraca que recoge uno de sus
hijos. Pero, mira por dónde, el estar todo el día en casa con el susodicho
bicho hace que se cree entre ellas una cierta forma de comunicación y esto hace
que acepte su situación actual y salga de su paroxismo.
Mención especial merecen las urracas que participan en la
película: yo no sé cómo se puede hacer que un animal como estos obedezca las
órdenes que debieron recibir para hacer las escenas. También me sorprende que
pueda haber casos reales como este, pero hay hasta un libro (otra coincidencia
con la otra película de Naomi, ¿tendrá otra nominación?).
Dirección: Glendyn Ivin
Fotografía:
Sam Chiplin
Guion: Shaun Grant, Harry Cripps
Montaje: Annie Beauchamp
Música: Marcelo Zarvos
Actores: Naomi Watts, Andrew
Lincoln, Jacki Weaver, Griffin & Essi Murray-Johnston, Felix Cameron
Plataforma: cine
(2021; 96’; **; 84)

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