Cuando tuve ocasión de ver por vez primera esta película no me gustaban los musicales y, además, la escena del niño yendo a pedir más comida me parecía tan desagradable que hacía que me apeteciera menos. Por el contrario, hace ya muchos años que un amigo me preguntó qué genero cinematográfico me gustaba más y, después de pensarlo, contesté que los musicales, aunque a Marisol a le pareció que estaba equivocado. Acabamos de ver tres de ellos casi seguidos ¿equivocado?
Esta película es una delicia, a pesar de la sordidez que
pudiera entrañar (que no aparece en pantalla) y de la suciedad ficticia y muy
calculada: los números musicales son espléndidos y sobresalen los de la vivienda
de Fagin en la que los críos, y él mismo, hacen una exhibición de imaginación
(la carroza con los caballos es de una precisión inigualable y la dirección de
esa escena tuvo que ser igual de precisa).
No he leído la novela de Dickens y, estoy seguro, que la
película representa la esencia de la novela y no toda ella, pero si cierro los
ojos e imagino que no proviene de él (uno de los autores de los que me sabe mal
no leer más a menudo) la película es redonda y no necesita nada más para que, casi
sesenta años después, siga deleitando al que la vea. Estuvo nominada a once
Oscar y ganó el de mejor película y cinco más, aunque se quedaron sin premio
Moody y Wild, que llenan la pantalla con sus apariciones.
Dirección: Carol Reed
Fotografía:
Oswald Morris
Guion: Vernon
Harris
Montaje: Ralph Kemplen
Música: Lionel Bart
Actores: Ron Moody, Oliver Reed, Harry Secombe,
Shani Wallis, Mark Lester, Jack Wild, Hugh Griffith
Plataforma: Filmin
(1968; 153’; ***; 18)

No hay comentarios:
Publicar un comentario