Esta película, escogida por Marisol y que yo no había visto, está basada en un cuento de Dostoievski, y tiene intriga, romanticismo del que ya no existe, sentimientos, una fotografía en blanco y negro que sorprende, y aunque aparece más gente solo tienen diálogo cuatro actores por lo que, claramente, podría ser una obra de teatro y, en cambio, nada más empieza te quedas enganchado por la sucesión de imágenes y el planteamiento de la historia. ¡Qué gusto da encontrarse con viejas películas y que estén tan vivas como esta!
Un jovencísimo (aunque ya tenía treinta y tres años) y bello Marcello vuelve a donde reside
después de pasar un día con la familia de su jefe. Hace ver que se va a casa,
pero se queda merodeando por un pequeño puente que atraviesa un triste canal en
la confluencia de tres calles y una placita. En el puente hay una joven parada
con un pequeño bolso y él se le insinúa por lo que ella se marcha deprisa. El
la sigue y ella le dice que ya tiene que entrar en su casa porque es muy tarde.
El se queda paseando sin tener un objetivo. Poco después, la joven de antes
sale de la casa en la que ha entrado y él vuelve a verla. A pesar de la
reticencia de la joven empiezan a hablar apoyados en el pretil del puente.
Dirección: Luchino Visconti
Fotografía:
Guiseppe Rotunno
Guion: Suso Cecchi D’Amico, Luchino Visconti
Montaje: Mario Serandrei
Música:
Nino Rota
Actores: Maria Schell, Marcello
Mastroianni, Jean Marais, Marcella Rovena, Maria Zanoli
(1957; 97’; ***; 55)

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