El País, generosamente, me llama para decirme que me ofrecen dos invitaciones para ir a ver esta película. No sé de qué va, pero acepto. Cuando las tengo me entero de que va sobre una pareja, cocinera ella y operador de cámara él, que deciden irse a vivir al campo (el de la naturaleza) y trabajar la tierra y criar animales. No tienen dinero, así que localizan un terreno dejado de la mano de dios y de los hombres y se hacen con él (¿?). Encuentran un profesional que les indica qué deben hacer, cómo, cuándo y se meten de lleno a ello. Y el que quiera saber más que la vea.
Me da la sensación que se llevaron a todo el equipo de filmación desde el inicio de la aventura, pues lo que se ve en la pantalla va evolucionando con el tiempo, lo que no se dice en la película. Como la mayoría de este tipo de documentales, el emprendedor tiene que pasar unas pruebas hasta que consigue lo que quería o no, y tiene que abandonar. En esta cinta te van enseñando tarea por tarea lo que tienen que hacer, con parsimonia, dando las explicaciones oportunas y siempre los dos juntos y durante la mitad de la película no aparecen braceros, con lo que el espectador no se puede creer que para tamaña extensión de terreno más los animales (es un arca de Noé) puedan ellos dos solos. Interesante en cuanto a que está bien rodada y en cómo aprovechan todo lo negativo que les sucede para ponerlo a su favor (aunque personalmente no me creo que sea así, pues es una cadena sin fin, pero como fábula cinematográfica, bien).
Dirección: John Chester Fotografía: John Chester
Guion: John Chester, Mark Monroe
Montaje: Amy Overbeck Música: Jeff Beal
Actores: John Chester, Molly Chester, Matthew Pilachowski
(2019; 92’; **; 3)

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