sábado, 15 de agosto de 2020

LA TAPADERA

Viene Mari a pasar unos días con nosotros, a echar unas risas y, como no podía ser de otra manera, a ver unas cuantas películas. Esta es la primera. La he visto una media docena de veces porque me gusta mucho, no tanto por lo buena que pueda ser (me ha molestado un poco el abuso de los primeros planos), sino porque me gusta el tema que trata (la bofetada al injusto sistema de McCarthy) y porque es una película en la que Woody Allen hace un papel similar al de sus primeras películas y, en cambio, ni es el guionista ni el director. Un homenaje a todos aquellos artistas que sufrieron los abusos de esa época.

Allen encarna a un personaje cuyo mayor mérito es ir trampeando a costa de conocidos y parientes, es decir, no tiene dónde caerse muerto. Pero tiene un amigo guionista que le comenta que ha sido incluido en la lista negra y, a partir de ese momento, ningún estudio va a aceptar sus guiones. A Allen se le ocurre que él sí puede presentarlos y el amigo, después de advertirle de los riesgos en los que incurre, le ofrece el diez por ciento de su salario. A partir de aquí, se abre una forma de vida insospechada para el personaje que da pie al título de la película. Tristemente divertida.




Dirección: Martin Ritt

Fotografía: Michael Chapman

Guion: W. Bernstein

Montaje: Sidney Levin

Música: Dave Grusin

Actores: Woody Allen, Zero Mostel, Michael Murphy, Herschel Bernardi, Remak Ramsay, Lloyd Gough

(1976; 95’; **; 29)



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