Treinta años después de El declive del imperio americano Arcand, setenta y siete años, nos
vuelve a regalar una historia tan real que no hace falta que esté basada en
hechos reales y tan divertida que no es el número de espectadores lo que le da
marchamo; además, para los nostálgicos por edad o por haber visto las dos
anteriores, una visión de cómo nos hemos dejado ir, de cómo hemos perdido el
camino que trazábamos como grupo y, lo mejor, sin que sea doctrinaria, sino
solo reflejo de la actualidad; es decir, puedes verla y disfrutarla, pensar
sobre su contenido o quedarte como espectador; en cualquier caso no habrás
tirado tu dinero y, mucho menos, tu tiempo.
Un repartidor tiene un coeficiente intelectual muy superior
a la media, pero ello no implica ni su felicidad ni unos buenos ingresos y, al
principio de la película, se lo explica a la que es su pareja. Esta no lo
comprende y le pone objeciones, pero a todas ellas tiene un argumento, a cual
más peregrino, a su favor. Poco después, y durante una entrega, es testigo de
un robo en el local donde iba a hacerla y su vida se complica enormemente.
Dirección: Denys Arcand Fotografía:
Van Royko
Guion: Denys Arcand
Montaje: Arthur Tarnowski Música:
Louis Dufort, Mathieu Lussier
Actores: Alexandre Landry,
Maripier Morin, Rémy Girard, Louis Morisette, Maxim Roy
(2019; 129’; ***; 21)

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