Supe de este director, Wes Anderson, el año en que Anna entró a estudiar cine, pues tuvimos que ver un montón de películas y, entre ellas, había dos de él: casi diría que no me gustaron pero, volviéndolas a ver, descubres que no son tan tontas como parecen; que su mundo de colores tiene un estilo, muy personal, pero que le va como anillo al dedo a lo que muestra; que las películas están llenas de toques de humor y de estrellas del cine.
Con esta película me volvió a pasar lo mismo: creí que no
me había gustado, pero esta vez era la tercera que la veía (solo un rato para
cenar) y no puede despegar los ojos de la pantalla hasta que se acabó. ¡Es tan
buena!
Para el hotel del cartel ya han pasado los años de gloria
y, en su restaurante, solo se encuentran dos comensales y uno de los dos le
explica al otro la historia de cómo adquirió dicho establecimiento y de lo que
sucedieron en los años que van desde ese momento hasta el actual.
No puedo explicar más, pero sí decirte que si deseas
verla le des una oportunidad más allá de los veinte minutos, pues es como
acostumbrar la vista a la luz cuando se sale de un lugar oscuro: es molesto y
querrías volver a la oscuridad, pero si aguantas un poco, todo se vuelve color
y movimiento.
Dirección: Wes Anderson
Fotografía:
Robert D. Yeoman
Guion: Wes Anderson
Montaje: Barney Pilling
Música:
Alexandre Desplat
Actores: Ralph Fiennes, Tony Revolori,
F. Murray Abraham, Mathieu Amalric, Adrien Brody, Jude Law
Plataforma: HBO
(2014; 100’; ***; 34)

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