La cámara nos muestra a un joven en la casa de su novia
celebrando el cumpleaños de esta. Cuando sale con el pastel todo el mundo le
mira de una forma extraña: su padre, ex ministro, ha sido detenido por una
larga serie de delitos económicos. La cámara le sigue hasta su casa y allí se
encuentra una serie de jóvenes gritando consignas contra la corrupción. El le
quita hierro al asunto y nos va enseñando las dependencias del chalé y bromea
junto a la piscina cubierta. Aunque no se sabe porqué la cámara persigue al
protagonista, de esta manera nos vamos enterando de lo que le sucede, de lo que
piensa en voz alta y nos apercibimos que está totalmente vacío por dentro, es
decir, que no tiene nada que ofrecer al mundo pero, en cambio, que lo necesita
todo, pues a medida de que la gente se entera de lo de su padre él se va
quedando cada vez más solo.
Este es el
inicio de esta película a la que fui invitado por El País. Parece una comedia, pero salí del cine más apesadumbrado
que después de ver Nadie hablará de
nosotras cuando hayamos muerto. Película de exiguos medios que la hace más
interesante todavía.
Dirección: Víctor García León Fotografía:
Eva Díaz
Guion: Víctor García León Montaje: Buster Franco
Música: Christian Tosat
Actores: Santiago Alverú, Macarena Sanz, Javier Carramiñana,
Alicia Rubio, Pepe Ocio
(2017; 89’; **; 28)