Hacía tiempo que quería ver esta película, pero a Marisol no le apetecía porque es triste (relativamente); así que aproveché un día que iba a cenar solo porque ella se había ido a la cama y empecé a verla… hasta que apareció ella y la vimos juntos, a pesar de lo triste (según ella). Lo explico así, porque la película es tan buena que hasta el que ya la ha visto y no le viene de gusto volver a verla lo hace.
Lemmon es un contable en una empresa con cientos de
empleados (las primeras imágenes de la oficina donde él trabaja no están
conseguidas con efectos visuales, sino que todo está hecho a escala dando la
impresión de perspectiva) y está muy bien considerado por sus jefes más
directos porque su apartamento es adonde llevan sus ligues. Así él consigue ser
ascendido a tener despacho propio, pero entonces un fuerte resfriado y el
conocimiento de una de las mujeres que ha ido a su casa harán que desaparezca la
entente.
La película es una delicia, con unas muy buenas
interpretaciones (atención al vecino que es doctor), con un guion que es una
pieza de relojería muy bien montada y la música que lo acompaña. Cuando los guionistas
ganaron el Oscar se lo agradecieron el uno al otro y no añadieron ninguna
palabra más: su película es suficientemente elocuente y lo dice todo.
Imprescindible.
Dirección: Billy Wilder
Fotografía:
Joseph LaShelle
Guion: Billy
Wilder, I.A.L. Diamond
Montaje: Daniel Mandell
Música:
Adolph Deutsch
Actores: Jack Lemmon, Shirley MacLaine, Fred MacMurray,
Ray Walston, Jack Kruschen, David Lewis
Plataforma: Filmin
(1960; 125’; ***; 19)