El País es
responsable otra vez de que vaya al cine gratis y como no me desagrada, lo hago
esta vez acompañado de Marisol. Ella tuvo mucha suerte: poco después de
sentarse se durmió un buen rato. Yo aguanté estoico aunque no soy griego. En
honor a la verdad, he de decir que si yo fuera Agatha Christie estaría
orgullosa de esta película: las interpretaciones son exageradas; los personajes
poco creíbles, pero tal y como acostumbran a ser en sus novelas (y he leído
algunas, sobre todo cuando fui adolescente); y la factura de la película
grandilocuente. Para todo aquel que haya visto de estreno películas como Muerte en el Nilo (1978) o Asesinato en el Orient Express (1974)
esta le parecerá más de lo mismo, pero en malo, ¿por qué? Porque tenemos
cuarenta años más.
Un joven detective es contratado por una joven amiga que
conoció en El Cairo porque considera que su abuelo ha sido asesinado por
alguien de su familia ya que todos ellos viven en la misma hacienda, es decir:
la joven viuda que era bailarina; la hermana soltera del abuelo; el hijo mayor
con su mujer que quieren llevar al cine un guion de él e interpretarlo ella; los
padres, hermano y hermana de la joven y una criada. ¡Con las poses del cartel
hasta el abuelo puede ser el asesino!
Dirección: Gilles
Paquet-Brenner Fotografía:
Sebastian Wintero
Guion: Julian Fellowes, Tim R. Price, Gilles Paquet-Brenner
Montaje: Peter Christelis Música:
Hugo de Chaire
Actores: Glenn Close, Terence
Stamp, Max Irons, Gillian Anderson, Christina Hendricks
(2017; 115’; *; 17)