Ayer vi la entrega de los premios Goya hasta la una de la
madrugada: debería haberme ido antes a la cama, pues me pareció aburrida y sin
el carácter suficiente como para cortar los agradecimientos insulsos, poco
cinematográficos o fuera de lugar, como por ejemplo la señora octogenaria que
ganó el premio a la actriz revelación y que pedía ayuda al público asistente
para seguir hablando, penoso.
Lo mismo
tendría que haber hecho con esta película que vimos hace unas semanas, pero la
actuación de la nominada a mejor protagonista es lo suficientemente buena como
para aguantar una historia bastante insulsa, aunque real como la vida misma;
pero la dirección novel, que se llevó el Goya, hace que sea cansado ver cómo la
cámara no deja de perseguir a los actores con sus primeros planos.
La hija de Fernández, que ya tiene nombre propio para mí:
Greta, da vida a una joven con discapacidad auditiva que tiene un hijo, trabaja
para poder mantenerse y mantenerlo, y es la que va a ver a su hermano que está
recluido en un centro para menores. Un día el padre de ella se cruza en su
camino: él es un ladrón que ha salido de la cárcel y desea inmiscuirse en su vida
para ayudarla, pero nada sale como él dice y le complica la existencia más de
lo que ya la tiene.
Dirección: Belén Funes Fotografía:
Neus Ollé
Guion: Marçal Cebrian, Belén Funes
Montaje: Bernat Aragonés Música:
-
Actores: Greta Fernández,
Eduard Fernández, Alex Monner, Borja Espinosa, Tomás Martín
(2019; 90’; *; 55)