Yo no aconsejaría a nadie ver esta serie por lo desagradable
que es saber que alguien ha estado matando a personas de forma totalmente
impune. Es decir, si en esta serie no se advirtiera que está basada en hechos
reales, no podríamos creernos que se puedan cometer asesinatos y seguir
viviendo sin más. Claro está, que se me puede objetar que Pol Pot, Stalin,
Hitler, Mao y un sinfín más de dictadores y salvajes de su calaña lo estuvieron
haciendo y multiplicado por cientos de miles de veces. Es cierto, pero no eran “particulares”
y tenían al ejército y a los “publicistas” de su gobierno detrás.
El sujeto del cartel y la Bonnie que aparece detrás suyo lo estuvieron haciendo a lo largo de los años setenta del pasado siglo. La serie lo refleja muy bien, por lo que nada que comentar en contra en este sentido, pero la gramática de la misma no me ha gustado nada: para dar mayor intriga a la historia se utiliza la analepsis (flashback) de forma tan exagerada (varias veces por capítulo hacia delante y hacia atrás) que llega un momento que ya te despreocupas de saber en qué momento sucedió cada hecho. ¿Por qué seguí viendo la serie hasta el final?: porque en la primera escena se le acusa de haber asesinado a varias personas y él contesta que fue juzgado y declarado inocente. Quise comprobar si era así… y eso mismo tendrás que hacer tú si quieres saber si eso fue verdad. Pero yo no te lo he aconsejado (Jordi y Daniela me la aconsejaron y aún no les he perdonado).
Dirección: Hans Herbots, Tom Shankland
Fotografía: Seppe Van
Grieken, Si Bell
Guion: Richard
Warlow, Toby Finlay
Montaje: Helen Chapman, Malcom Crowe, Danielle Palmer
Música: Dominik
Scherrer
Actores: Tahar Rahim, Billy Howle, Jenna
Coleman, Ellie Bamber, Mathilde Warnier, Grégoire Isvarine
Plataforma: Netflix
(2021; 8 x 60’; **; 42)