Comenzaremos indicando su título original, pues de otra manera sería posible no encontrar nunca esta película: A question of attribution, que, en roman paladino, quiere decir Una cuestión de atribución, y de eso trata la película, aunque de muchas cosas más. A pesar de la seriedad del personaje principal de la película y de la reina que está detrás de él (una Prunella Scales que no la reconoció el que la ha visto decenas de veces en Hotel Fawlty y que aprovecho para aconsejar fervientemente), la película es más de un tono ligero que dramático, aunque al estar basada en un hecho real no haría gracia en su momento. Vayamos a lo que nos cuenta.
Basada en la obra de teatro del autor del guion, la
historia nos explica que el sujeto que sostiene un cuadro también sostiene que
es de un pintor famoso y que quiere estudiarlo para llegar al fondo del asunto.
Claro que, además de erudito en arte, es un británico que espía para los rusos
y que el Gobierno de Su Majestad lo sabe, pero que no lo hace público a fin de
sonsacarle todo aquello que pueda serles útil. Los interrogatorios son lo más
inverosímil que pueda imaginarse alguien y lo menos serio también, de ahí que
no pueda considerarse un drama tal y como está expuesto. Setenta minutos que te
sumergen en el mundo del arte, de los espías sin doble cero, de la realeza y su
vida y que te hacen olvidar durante ese lapso de la tuya.
Dirección: John Schlesinger
Fotografía:
John Hooper
Guion: Alan Bennet
Montaje: Mark Day
Música: Gerald Gouriet
Actores: James Fox, Prunella Scales, Gregory Floy,
David Calder, Edward de Souza, Geoffrey
Palmer
Plataforma: Filmin
(1991; 70’; **; 35)